22 febrero 2010

Empresarios comprometidos en la Santa Lucha contra la Conspiración Anti-Cristiana de la Ruta del Bakalao.



Henry Ford alertando de
la CONSPIRACIÓN de la Ruta del Bakalao,

extractos de :

" INTERMEDIO LITERARIO: ¡QUE ES EL JAZZ?",
capitulo de su famosa y best-difundida Obra : " La Internacional Judía ".


" Muchos se preguntan de donde ha salido esta ininterrumpida inundación de horrores musicales, que penetra hasta en el seno de las familias honradas,
obligando a nuestra juventud a tararear las canciones salvajes de los negros.

Respuesta: "el "jazz" es invención judía".

Lo soso, lo viscoso, lo deforme, el sensualismo animal: todo es producto judío:
chillidos de monos, gruñidos de la selva virgen y voces de animal en celo,
combinados con algunas notas semimusicales,
y así el espíritu genuinamente hebreo penetra en familias que antes habrían desechado indignadas tan ridículas costumbres.
...



... siete casas editoriales judías de música, que constituyen una especie de trust.

¿ No es tema como para pensar, el hecho de que, detras de cualquier ... corriente anti-moral, esté siempre el hebreo? ... en el beisbol, en la depravación de nuestros escenarios, siempre encontramos un grupo de judíos culpables.

Judíos en la violación de la prohibición alcohólica.
...
El peligro moral de las películas pornográficas: explotado por israelitas.

Y como apoteosis, la música populachera, mezcla de estupidez y sensualismo:
¡ el jazz !
¡ otra vez los hebreos !



Alguien dijo: "Dejadme hacer las canciones de un pueblo y conseguiré mas que dictando sus leyes".
En nuestra patria el judío mete sus zarpas en una y otra cosa.



Como los escenarios y el cine sucumbieron al espíritu mercantil y antiartístico hebreo, así el comercio de la "música popular" se convirtió en una industria netamente judía.

Sus eminencias son, en su mayoría, israelitas rusos, cuyo pasado suele ser tan discutido como el de algunos empresarios.

Ya no canta el pueblo lo que le agrada, sino lo que los mass media le dan con monótona repetición en los music-halls, hasta que la ingenua juventud empiece a tararearlo por las calles.
Estos media son agentes a sueldo de las fabricas judías de canciones.
Es el dinero, y no el merito, lo que ha producido el exito popular de esa música de irracionales conocida bajo el nombre de "jazz".

El judío no tiene facultades creadoras .... Tomaron las antiguas colecciones de aires populares, melodías de opera y cuplés ... , mezclados con un poco de jazz, que, unidos a sentimientos sensualmente embrutecidos, son lanzados al publico.

Se estigmatiza como "ñoña" la música no judía, y se escucha únicamente en la buena sociedad.
El pueblo, la masa, se nutre espiritualmente con música salvaje, que irrumpe en sucias oleadas ...



... numerosos judíos de Este neoyorquino, muchos de los cuales amasaron fortunas al explotar el gusto popular que ellos mismos habían depravado primeramente.
Uno de los que más éxitos consiguieron, fué Irwing Berlin, cuyo nombre real [ no ] era el de Isidor Berliner, siendo oriundo de Rusia.

Los comerciantes judíos poseen un sistema especial para echar por tierra el buen gusto...
... personas entupidas que se pasan el día repitiendo el imbécil canturreo salvaje y que gustan de estar en posesión del ultimo grito.
Estas canciones son malas de por si.

... y hasta se ofrecen casos de que las niñas de la buena sociedad los conocieran.

No debe despreciarse tampoco la chabacanería diabólica que crea una atmósfera inmunda en todas las capas sociales.

Se unen en ella cálculos malsanos con endemoniada malignidad.

El río sigue corriendo, se torna cada vez mas sucio, denigra al público no-judío y acrecienta las riquezas hebreas.


Todo esto tiene que acabarse.


... no tiene sentido quejarse del pueblo.

Si dejaramos que circulase libremente el alcohol, tendríamos un pueblo de alcoholizados.
Y caerían también en otros drogas,
si pudieran venderse con tanta libertad como los productos de la industria hebrea de la música popular.


Seria torpe acusar en tales casos a las víctimas,
por sentido común, la responsabilidad es de los inductores.


La causa del derrumbe moral de nuestros pueblos es precisamente
el grupo de mercachifles de música hebreos que domina todo este mercado.



La acusación de des-moralizante, por medio de la "música para el pueblo", va acompañada de otra no menos importante, y es la de que dicha música ni siquiera es "popular" en el genuino sentido de "del pueblo".
Todo el mundo la escucha, la tararea, se le imprime en el odio [ errata por "oído" ] en cada función
cinematográfica y de music-hall, se anuncia en chillones carteles, los gramófonos la gritan noche y día, las bandas de música parecen enloquecidas reproduciéndola, y la repiten los pianos mecánicos.
Por este solo poder de la simple repetición se pega a nuestros odios [ errata por "oidos" , las erratas son muy listas ] hasta que un nuevo "dernier cri" la sustituye.
...
Por lo general no se hallan ni restos de sentimiento en esas canciones ofrecidas con enorme publicidad, sino que jóvenes y viejos sucumben simplemente al poder mecánico de determinadas frases y melodías, que día a día les atacan los tímpanos ...



... para enterarse de lo que es de ultima moda. ¡Naturalmente que es siempre
la música salvaje de producción hebrea, contagiando en esa forma una casa tras otra!

En cuanto a sentimiento popular, ni rastros.
Son estas canciones tan pobres en espíritu y alma, que no tienen sino una vida efímera, mueren de la noche a la mañana. Pero ya apareció otro nuevo hit, y como es el último, porque la propaganda anuncia que lo es, y porque los media hacen que todo el mundo lo tararee, resulta que se hace "popular".
... Debe siempre haber algo "dernier cri", para conducir la oleada del dinero popular hacia los bolsillos de los fabricantes de jazz.

Hay que tener siempre presente dos cosas:
que la "música para el pueblo" es casi siempre irracional y causa primordial de la desmoralización ...

Y que tal música proceder exclusivamente de los hebreos.

El instante en que los hebreos se apoderaron de la canción popular, es el mismo en que dejo de tener un fondo moral.
La cantaba el pueblo, sin tener que ocultar nada en ella.
En cambio, la moderna canción "popular" es tan dudosa, que el intérprete muchas veces hasta debe cerciorarse primero del nivel moral de su auditorio.

Pide el gusto del publico aquello que se le ofrece con mayor frecuencia, siendo como es cuestión de costumbre.
Carece el público de hoy de facultades de diferenciación y admite lo que se le ofrece.
Y se transforma este gusto público en relación con el alimento espiritual que se le ofrece.
Un cuarto de siglo de ilimitada influencia de teatro, cine, música popular, cafetería y prensa al estilo hebreo, unido a la impune denigración de toda contracorriente moralizadora, y el gusto del público quedara desfigurado definitivamente hasta lo desconocido.

Antes el pueblo cantaba, pero no como hoy
... los cantares de doble sentido estaban prohibidos, al menos en la buena sociedad.
Así como las modas del mundo frívolo se observaban solo en determinados barrios,
también las canciones sicalípticas tenían su círculo determinado.
Pero rompió la moda sus límites penetrando hasta en la sociedad decente.



Constituyen las melodías un caso de por si. En varias oportunidades los tribunales tuvieron que hacer constar que fueron "adaptadas", es decir, robadas.

La causa de esta nueva forma especial de indecencia hebrea ... es preciso abaratar en lo posible los gastos de producción. Fabricación en serie para acrecentar los ingresos.
El valor intrínseco: ¡cosa secundaria! ... lo que les falta a dichas obras en valor artístico, se les sustituye por sicalipsis.
Es la sicalipsis la salsa picante destinada a hacerle tragar al público la estúpida serie de obras cinematográficas y canciones populares.

¿Que por que únicamente los hebreos se prestan a ello? Porque representa un sistema, que no es factible a ninguna otra raza, porque ninguna otra vive y muere tanto por el mercantilismo ...
Según el concepto judío, popularidad no significa sino moda y modernismo.

No hace falta para garantizar su éxito, que una canción, ni por su melódica, ni por su texto, posea el mínimo valor; basta con repetirla indefinidamente, hasta que se grabe en los odios [ ejem ] de la masa: entonces se convierte en "popular".
Se concurre al teatro y se escucha cierta canción "sosa", pero no nos atrevemos a decirlo, porque "todo el mundo" la canta.
De pronto uno mismo la entona.
La toca en casa la niña en el piano, y resuena desde todas las puertas y ventanas, hasta que un día desaparece.
Es que ya existe un sucesor: otro "cri" en el callejón de los Cencerros.
Se va repitiendo nuevamente el martirio, y así, de treinta a cincuenta veces por año.



No hay que olvidar que esto es sistema, método.
En absoluto casual.

Es exactamente lo mismo que en las
"manifestaciones" y "revoluciones":
existe siempre un centro perfectamente organizado,
que conoce el mecanismo en todos sus detalles, que lo prepara y hace funcionar.

Hay un método para hacer una "revolución", exactamente tan "popular" como cualquier obra cinematográfica, o cualquier canción:
repetición incesante, hasta que la melodía lanzada sea del dominio público.

Todo estudio de "arte" reproducido en salas de variedades y cafés cantantes, demuestra que se
trata solo de mercadería judía.


Comprenderán perfectamente los amigos leales del pueblo
el peligro mortal que tal canción popular irradia;
pero resulta también que
se rebusca
generalmente en sitio equivocado.
Y mientras tanto, cierto pequeño grupo sigue impunemente manchandonos con jazz, "cinematografía" y bailes indecorosos, ...


... la influencia judía penetra también en nuestros hogares, fijando la clase de canciones que al piano se pueden cantar.

si pudieramos poner, a cada pieza de las que se compone nuestra existencia diaria, y que resulte influenciada por el espíritu hebreo,
un letrero que diga "judío",
resultaría un conjunto capaz de asombrarnos y de hacernos levantar en armas."

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